Factores a tener en cuenta para iluminar correctamente una escultura

Exposición de esculturas de Julio González, en la exposición permanente del IVAM

Para quienes visitamos museos de arte moderno con asiduidad, resulta frecuente encontrarnos con esculturas de materiales nobles que presentan tratamientos y texturas que tienen la manifiesta intención de perdurar en el tiempo: maderas, metales, piedra.

También es frecuente encontrarnos esas esculturas en exposiciones temporales, no son demasiadas las colecciones de ese tipo con entidad suficiente como para un museo de arte moderno les dedique una sala permanente.

Un patrón que se cumple en los museos de arte moderno es que su arquitectura suele hacer honor a su nombre y contenidos, no es común ver que un edificio gótico o renacentista se dedique al arte moderno, estamos acostumbrados a encontrar esas expresiones culturales en edificios de hormigón pulido, acero y cristal; edificios luminosos, de techos altos y ventanales generosos, en los que la luz se aprovecha al máximo, y solo se aísla cuando la obra a exponer es de una delicadeza inusitada en estos espacios: dibujos, artes decorativas, y fotografías, por citar algunos ejemplos. Pero para todo lo demás, aprovechar la luz natural es un recurso muy socorrido en estos espacios.

Guggenheim de Bilbao. Museo de arte contemporáneo
Guggenheim de Bilbao. Museo de arte contemporáneo

Con estas premisas, tenemos un retrato robot del entorno de una escultura de metal en el museo de hoy: salas generales que no han sido diseñadas para albergar esa obra en concreto, luminosas, y de paredes claras.

¿Cómo iluminar?

Lo primero y más urgente es huir de iluminaciones uniformes. Dotar de los mismos valores de luz al objeto y a su entorno, dificulta la contemplación y comprensión de la obra, pues toda la escena se aplana y al observador le cuesta mucho más encontrar zonas u objetos en los que centrarse.

Hay algunas obras que requieren inclusive entender la intención del artista, para que a través de la luz, se ayude a crear un hilo conductor, un recorrido visual a través del objeto que facilite al observador descifrar la obra. Así pues, es necesario resaltar la obra con iluminación de acentuación que le ayude a destacar de su entorno.

escultura de hierro y madera
Escultura y entorno iluminados uniformemente

Nuestro ojo funciona por puntos de referencia. Algo es blanco o es negro en función del entorno que rodea ese objeto. Cuando un proyector imprime una imagen en la pared, las zonas negras de la foto siguen siendo la pared blanca que baña el proyector. La luz negra no existe, nada puede sustraer luz de la pared, por tanto, percibimos esas zonas negras por contraste respecto a otras zonas con iluminancias mucho más elevadas.

¿Te crees que las casillas A y B tienen en realidad exactamente el mismo color?

Con todo lo que hemos señalado con anterioridad, podemos establecer que un contraste acentuado entre una escultura oscura y un entorno luminoso, no son adecuados para su correcta visualización. Vamos a hacer un experimento recreando unas condiciones de iluminación similares para poder entender cómo el entorno afecta decisivamente en el aspecto de la obra. Para esta prueba utilizamos un foco LED para museo Falco de 3000K montado a 3m de altura, es de 10W y lo utilizamos solo al 20% de su intensidad.

En este entorno controlado, establecemos los mismos valores de iluminancia sobre la obra. La diferencia crucial es el nivel de luminancia reflejado por el fondo en función de su color. Nótese las grandes diferencias de aspecto de las dos imágenes en función del fondo. Con el fondo oscuro, la imagen es mucho más confortable, y requerimos mucho menos esfuerzo para apreciar detalles. Los matices en el metal también salen beneficiados, pues al no haber grandes contrastes resulta más sencillo percibir cambios sutiles de tono en los materiales.

En contra, la escultura con fondo blanco, requiere más esfuerzo, el mismo que tiene que hacer nuestro ojo cuando quiere descifrar lo que hay dentro de la silueta de un objeto que tiene a contraluz. En este escenario, con sombras más duras y en el que a primera vista solo podemos percibir una silueta, los matices queda más ocultos, y el tiempo que debemos destinar a percibir los detalles es significativamente mayor. Nuestro ojo tiende a buscar la luz y no la sombra, podemos intuir que este ejercicio contraviene ese instinto que hemos de suprimir conscientemente para poder apreciar la obra, lo cual siempre resulta incómodo.

La sombra proyectada en la siguiente imagen deja en evidencia la cantidad de luz reflejada desde el fondo de la obra hacia el observador, situando la escultura en un estado parecido al contraluz, a pesar de que no hay ninguna fuente de luz en contra.

Zona de la escultura que proyecta sombras por los reflejos del entorno
Zona de la escultura que proyecta sombras contra el observador por los reflejos del entorno

Conclusiones.

Para poder observar adecuadamente una escultura oscura, necesitamos una iluminación de acentuación que le permita resaltar de su entorno, pero eso no es suficiente, ya que también es importante que el entorno no refleje más luz que la que refleja la misma obra. También resultaría conveniente contar con los servicios de un museógrafo, un diseñador de iluminación, o alguna empresa especializada en iluminación de obras artísticas.

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