¿Quién a estas alturas de la industria de la iluminación, o del sector museístico no ha oído hablar del CRI? Si, es una pregunta retórica, todos sabemos lo que es.
Pero también es cierto que muy pocos hemos visto sus efectos de forma realista. Salvo que sea muy palmario, claro está. En un paseo nocturno podemos ver que una lámpara de vapor de sodio de baja presión en una farola vial proyecta una infame banda monocromática sobre un árbol convirtiéndolo en un objeto carente de vida cercano al marrón oscuro, y si unos pasos más adelante vemos una luminaria de vapor de mercurio, o mejor aún, una LED, percibiremos el verde muy vivo y diremos hacia nuestros adentros: –Esto es por el CRI.
Así que es fácil comparar un CRI de 20 con otro de 70 u 80 a base de ojímetro, lo difícil es percibir sus efectos en iluminación en interiores, porque lo cierto es que no hay prácticamente oportunidades ni medios para hacer ese tipo de comparaciones en condiciones aceptables.
Límites de la visión humana
En no pocos museos he estado mientras evaluaban las bondades de mis luminarias, con espectrómetro en mano: ¿Ves la diferencia? -mientras les mostraba el resultado de la lectura y/o les señalaba el cuadro– esto es lo que hace un CRI de 98.
Mi interlocutor asentía, más por educación que por convicción, mirando (pero casi sin ver) los coloridos grafiquitos de la pantalla del instrumento, y fijándose en el cuadro. Es un pequeño sainete que he vivido muchas veces, casi por inercia.
Pero ni mi interlocutor ni yo somos culpables, porque lo cierto es que, si no está familiarizado con todos esos gráficos, es complicado interiorizar la diferencia que estoy proponiendo, ya que es difícil que se den las condiciones adecuadas para su correcta observación.
No solo es la luz contaminante que pueda venir de otras fuentes, si no el hecho de que nuestro sistema de visión no funciona como una fotografía estática que puedas comparar con otra, si no que funciona por puntos de referencia.
Cuando estamos viendo una proyección en la pared blanca, las líneas negras y partes muy oscuras de la escena que vemos siguen siendo la pared blanca que tiene prácticamente la misma luz que el exterior de la proyección, la luz negra no existe.
En ese orden de ideas, es tremendamente difícil grabar en nuestra retina el efecto de la calidad cromática que tiene la luz sobre un objeto, necesitamos un sistema de referencia o por lo menos un entorno que permita una comparación más o menos inmediata. También está aquello de que hay que saber dónde buscar, las diferencias de CRI no son patentes en cualquier circunstancia, ni se perciben igual en todos los colores. Eso es lo que vamos a desentrañar en este artículo.
Seguro que habéis asistido a varias ponencias o leído varios artículos en los que mostraban “diferencias” entre objetos a consecuencia del CRI. La mayoría de esas imágenes están manipuladas.
En los Siglos Oscuros, se respetaba muchísimo aquello de la cuaresma. No solo no se consumía carne, también estaba descartado cualquier producto de animales productores de carne, como la leche. Se hacía leche de almendras para suplir esos largos días, lo que pasa es que no había maquinaria muy sofisticada y las almendras había que machacarlas a mano, con el mortero. Como todo en aquella época, una ardua labor. Hasta que alguien más ingenioso que la media descubrió que cogiendo las almendras antes que maduraran, estaban mucho más tiernas, así que eran muy fáciles de machacar, y el resultado era muy bueno. A las almendras verdes, se les llama almendrucos, y aquello de cogerlas verdes para no fatigarse haciendo leche, se le llamó el truco del almendruco.
El truco del almendruco para representar diferencias de CRI y ponerlo en nuestras presentaciones consisten en coger un editor de imágenes y cambiar contraste y saturación. Todos lo hemos hecho, incluido un servidor me temo. Mea culpa.
El ensayo
Hace como 2 meses hay una manzana Pink Lady en la cocina de nuestra empresa. No tiene dueño. El otro día me fije en sus bonitos contrastes de color, nunca acabó de madurar por completo, pues ya se está arrugando y sin embargo se quedaron esas vetas rojas y amarillas enraizadas unas con otras.
Y aquí estamos, una cámara réflex con trípode, un espectrómetro, focos en el techo, una mesa con goma Eva negra, un servidor, y la chica que se encarga de la limpieza preguntándose porqué hay una manzana vieja en una mesa en la zona de exposición de Obras de Arte.
Como señalamos antes, es fácil comparar un CRI 20 a uno CRI 70~80 típicos todos ellos del alumbrado público. Pero os voy a proponer algo más interesante, vamos a comparar dos valores de CRI elevados, uno rozando el 87, y otro rozando el 96. Un CRI de 87 es uno muy extendido en museos, que muchos fabricantes venden como mejora para separarlos de otras líneas de producto más cercanas al retail, así que podemos considerar que esta comparación está muy aterrizada en la realidad, estamos estudiando un caso práctico de iluminación que atañe al museo de hoy. Muchos podrán pensar que, entre esos valores tan elevados, de 87 y 96 no va a haber tanta diferencia, total, que son 9 puntos, que no es para tanto. La diferencia os va a sorprender, os lo garantizo.
Desliza la barra central a izquierda y derecha para comparar las dos fotografías
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, una vez puesta la imagen la verdad es que ya no sé muy bien qué escribir, pues todo lo que escriba palidecerá (como la manzana con CRI 87) ante las imágenes que hablan por sí solas. Sólo quiero señalar que sin pretender ser esto un artículo académico, lo he hecho con el mayor rigor posible, utilizando iluminancias y demás condiciones muy similares para descartar otros condicionantes.
Lo podemos poner algo más interesante si utilizamos las luces para comparar una obra de arte, en este caso un cuadro con una predominancia hacia los cálidos bastante notoria, pues estos tonos son un lugar para encontrar diferencias que se pueden percibir fácilmente con nuestros sentidos.
La composición espectral de las dos luces no se parecen mucho la verdad. En la izquierda tenemos la de CRI87, y la derecha la del CRI96. Podemos apreciar ese espectro tan continuo y tan bonito sin picos en componentes fríos, esto amigos míos, es lo que hace un foco diseñado para museos.
El CRI a debate
Aunque el CRI es un estándar que ya lleva muchos años entre nosotros, hay quienes llevan tiempo poniendo sobre la mesa que es necesario cambiar de estándar, porque este se nos queda obsoleto. Actualmente el CRI consiste en un cálculo que se deduce a partir de la comparación de 15 muestras distintas de color, en las que se atribuye un valor que como máximo es de 100 para cada una de ellas, siendo la más difícil de conseguir satisfactoriamente la R9, que es un rojo algo saturado, muy importante para reflejar la realidad. A continuación, os pongo el gráfico de valores de los focos utilizados para esta prueba, a estas alturas sé que ya nos entendemos así que confió que podréis deducir cual es cual.
Hay numerosos candidatos a sustituir el CRI, creo que el que más opciones tiene es el TM-30-15 que, para no extenderme mucho, resulta más preciso porque en vez de 15 muestras utiliza 100, y en vez de un valor nos presenta dos, gama y fidelidad. No es el propósito de este artículo introducir el citado estándar, así que os dejo un enlace para que las mentes más curiosas puedan profundizar.
Supongo que es cuestión de tiempo, y de que la mayoría de laboratorios y de fabricantes de instrumentos lleven el TM30-15 dentro de sus medidas estándar, por ahora el CRI sigue siendo el valor más utilizado para definir la calidad cromática en la mayoría de aplicaciones de iluminación.
Las imágenes están libres de derechos, y las podéis utilizar en vuestras presentaciones y artículos, de hecho, me sentiría muy complacido al encontrármelas por ahí, con tener la cortesía de citar su autoría será suficiente
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