Introducción
Un profesional de la museografía compra un proyector LED para iluminar una obra de arte en un museo. Aquí entran en juego muchas opciones, lo habitual es tener presente características como la temperatura de color de la luz, el índice de reproducción cromática, el ángulo del proyector, potencia, tipo de regulación, y algún accesorio que se pueda hacer necesario, quizá unas aletas o un panal de abeja para reducir deslumbramientos en quienes contemplarán las obras.
Hasta aquí todo muy bien, pero hay otro parámetro que tiene especial importancia en los museos, y que por lo general no sale reflejado en las secciones de información relevante del foco. Sin embargo, el descuido de este aspecto, puede hacer que desvirtuemos la obra, que “manchemos” la pared con un tono algo desagradable, o que simplemente causemos un desequilibrio en la armonía visual en la sala de exposiciones, vamos a hablar de las desviaciones cromáticas.
El CIE 1931

El espacio de color más corriente que utilizamos en la industria de la iluminación es el CIE1931. Resulta conveniente porque tiene una región donde se pueden ubicar distintas tonalidades de blanco, para más señas, en la región que rodea esa pequeña curva negra a la que llamamos “lugar de Planck”. Al recorrerla de un extremo al otro, nos vamos encontrando distintas temperaturas de color, tanto más bajas en cuanto más tiendan al rojo, y más frías en cuanto más tiendan al azul.
Vamos a centrarnos ahora en esa línea, porque queremos hablar de la luz blanca.
La línea negra (que en la siguiente imagen es roja) nos representa una temperatura de color ideal, que según la teoría sería el tono que adquiriría un cuerpo negro que se calienta a esa temperatura. El cuerpo negro, que es un objeto teórico, al calentarse a 5000 Kelvin, emitiría un brillo cuya temperatura de color sería también de 5000K. Por tanto, las regiones del espacio del color que se van alejando de esa línea negra, podemos decir de ellas que presentan una mayor desviación.

Por supuesto que hay tolerancias, y estas no están establecidas de forma arbitraria, sino atendiendo a la capacidad de percepción que tenemos los humanos. Se establecen unos “pasos” para indicar las probabilidades de que un ojo humano perciba diferencias entre dos haces de luz cuyas coordenadas cromáticas están separadas en el espacio del color. Un ojo humano no nota diferencias entre dos coordenadas separadas por solo un paso, y prácticamente todos distinguiremos claramente dos coordenadas separadas por más de tres pasos.
Según vemos el gráfico, entendemos que se pueden dar drásticas diferencias de color dentro de dos haces de luz cuya temperatura de color es prácticamente la misma. En la imagen de abajo, tenemos dos puntos en el espacio del color, cuya temperatura de color es prácticamente la misma, pero cuyas distancias cromáticas son enormes. Los 4000K que nos muestran los gráficos, en un caso tendrá un tono muy reverdecido, y en otro caso parecerá un rosado. Desliza la barra central para comparar las dos imágenes.


A estas alturas el lector ya se habrá imaginado el problema: que podemos tener 2 proyectores cuya temperatura de color es la misma, pero cuyas coordenadas cromáticas guardan una distancia considerable. Esto en el momento de proyectar los haces de luz en una obra, modificarán por completo el sentido de la misma. Al deslizar la barra podrás ver como la luz modifica por completo la percepción de la obra. Recordemos que las dos fuentes de luz son a 4000K:


¿Porqué estas diferencias entre dos proyectores?
Hay varias razones. La mayoría obedecen a atribuciones de la producción de semiconductores que no son materia de este artículo, pero que se pueden atenuar haciendo agrupaciones. Esto quiere decir que cuando la empresa que fabrica los chips los ensaya, deja juntos aquellos que presentan características muy similares, separándolos en lotes que pueden ser enviados a distintos países o regiones con el propósito de que un fabricante de luminarias tenga fácil escoger grupos de componentes similares para que sus productos finales tengan características homogéneas.
Otra razón que se presenta es la calidad, un fabricante que se preocupe por incorporar componentes fiables a su producción tendrá en cuenta estas particularidades de la industria, y sabrá qué fabricantes de semiconductores presentan características más óptimas para sus luminarias. Una forma muy directa de bajar costes de producción es hacerse con lotes de componentes descontinuados, o de marcas poco recomendables, decisiones que tienen una repercusión directa en el nivel de calidad del producto final.
La última razón, y no poco frecuente, es el deterioro de los LEDs que incorporan los proyectores. Los LEDs utilizan unos componentes químicos que se conocen en la industria como “fósforos” que se van degradando por las horas de uso. A razón que se degradan la luz va modificando sus coordenadas cromáticas, llegando a los casos más graves a percibirse tonos azulados, reverdecidos, o rosáceos.

Por supuesto que un LED de calidad que está trabajando dentro de una luminaria con una adecuada gestión térmica, soportará inalterado durante muchas más horas que un foco de baja calidad, y aunque al final todos acabarán degradándose, un foco para museo bien diseñado, podrá trabajar durante lustros presentado características fotométricas prácticamente inalteradas.
Cierto es que, en este artículo, y con fines didácticos, estamos exagerando un poco las distancias cromáticas que pueden presentar dos luminarias distintas de la misma temperatura de color, por lo menos si estas son nuevas, porque en muchas ocasiones hemos visto proyectores LED antiguos cuya degradación es tal que la luz que emiten no se puede considerar como “luz blanca”
¿Qué hacer al respecto?
La respuesta es muy sencilla, contar con iluminación adecuada a las necesidades. Un foco LED de baja calidad no atiende a los parámetros que si atiende un proyector diseñado para trabajar en un museo. La degradación cromática no es el único factor que amenaza a la exposición, también lo hace el flicker, la calidad óptica, la suavidad de los contornos en las regiones donde acaba la luz, etcétera. Muchas veces no es una cuestión de precio, porque hay proyectores de calidad fabricados por empresas muy solventes, pero que sin embargo sus características técnicas hacen que no tengan cabida en una exposición que se precie de estar bien iluminada.

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